No eres consciente de ello, pero en vez de ayudar a tu hijo quizá le estés perjudicando y sobreprotegiendo.
De los corrillos en la puerta del colegio... a los
chismorreos por WhatsApp. Cada vez es más habitual que los padres, por
deseo propio o porque en cierto modo se sienten obligados a hacerlo, forman grupos de WhatsApp junto al resto de progenitores de la clase de sus hijos en el colegio. Se trata de una forma de comunicación muy útil para informarse de reuniones, celebración de cumpleaños, organización de los disfraces en Carnaval...
Sin embargo, se corre el riesgo de caer fácilmente en la tentación de realizar una crítica a un profesor «porque
pone muchos deberes», «porque no pone deberes», «regaña mucho», «es muy
estricto en las notas»... Comentarios que poco a poco van alimentándose
y creando una opinión generalizada sobre los docentes que puede llegar a
ser muy perjudicial. «En ocasiones —añade Óscar González, profesor de educación Primaria y autor de «Familia y Escuela»—
no siempre es culpa de los padres. Hay centros que mantienen sus
puertas cerradas a comentarios y no facilitan que las familias se
acerquen a manifestar sus dudas o preocupaciones».
Este docente también alerta del riesgo que supone que los padres se enfrenten a otros por WhatsApp.
«Es muy fácil hacer comentarios escritos y hay que tener cuidado y ser
respetuosos con las opiniones de los demás. Además, muchos niños cogen
el móvil de sus padres y pueden leerlo».
Otra de las funciones más destacadas del WhatsApp del colegio es la de «servicio de SOS». Es muy común que un alumno se olvide un día el cuaderno de deberes. Rapidamente los padres lanzan un mensaje de auxilio: «alguien puede mandarme una foto de la página 6 de lengua». Lo mismo ocurre si el niño ha extraviado su abrigo, un libro, el gorro de piscina... Todos en su búsqueda.
Según el sociólogo Francisco Núñez, director del programa
de Humanidades de la Universitat Oberta de Cataluña, este tipo de
mensajes «perjudican la autonomía y responsabilidad de los niños con
las tareas escolares». Para Nati Cabrera, profesora de estudios de
Educación y Psicología de la UOC, «no es bueno que los padres asuman las
responsabilidades de los niños. Ellos piensan que les están ayudando,
pero no es así; sobreprotegiéndoles les impiden que hagan suyas las responsabilidades y perjudican su autonomía», advierte.
Claves para un buen uso
- Utiliza el grupo de WhatsApp de la clase para intercambiar información útil sobre tu hijo y el grupo-clase. Si no tienes nada positivo, útil e interesante que aportar, mejor no escribas nada.
- Respeta a los demás y su intimidad: una vez se comparte un contenido ya no hay marcha atrás.
- No escribas lo que no dirías a la cara. Piénsatelo dos veces antes de enviarlo.
- No te conviertas en la agenda de tu hijo: deja que aprenda a asumir sus propias responsabilidades.
- Ante el mal uso de alguno de los miembros del grupo no dejes pasar la ocasión de mostrar tu disconformidad y hacerle ver que no es la manera correcta de proceder.
- Evita comentar los rumores que se compartan en el grupo e intenta erradicarlos. El rumor es una construcción grupal: todos los que participan son sus constructores, cada uno de ellos aporta algo al mismo.
- Si tus intentos de eliminar estas actitudes del grupo son fallidos, siempre tienes la opción de abandonar el grupo. Aunque algunos no lo entenderán, a veces es la mejor opción.
- No compartas en el grupo contenidos que atenten contra la privacidad de nadie ni sea ofensivo hacia otros (padres, profesores, etc.)
- Si tienes algún problema que resolver con el profesor, no lo hagas a través del grupo: acude al centro a hablar con él cara a cara. De esta forma tendrás opción de conocer sus propios argumentos.
Fuente: Óscar González
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